El error que comete el 90% de los propietarios al vender su piso
Hay dos tipos de propietarios.
El primero es el que lo hace todo como siempre. Publica fotos decentes, pone un precio que cree razonable, espera un par de meses y, si no hay suerte, baja el precio. Otra vez.
El segundo es el que entiende que el mercado inmobiliario es como una partida de ajedrez: si no piensas dos movimientos por delante, te comen.
¿Sabes quién vende rápido y bien?
Porque vender un piso no es cuestión de colgar un cartel y sentarte a esperar que alguien te salve. Es saber qué botones apretar, cuándo apretarlos y, lo más importante, a quién mostrárselos.
El problema es que casi nadie lo hace bien.
1. ¿Por qué tu piso sigue sin venderse?
Te voy a contar una historia real. Hace un par de meses, un propietario me llamó desesperado. Su piso llevaba 6 meses en el mercado y apenas había recibido llamadas.
«Álvaro, no sé qué más hacer. Bajé el precio dos veces y nada.»
¿Quieres saber qué encontré?
Las fotos parecían hechas con un móvil de hace diez años. La descripción era más aburrida que leer las instrucciones de un microondas. Y, para colmo, lo habían puesto en portales que nadie mira.
Lo arreglamos en tres semanas.
Buenas fotos, una descripción que hacía que hasta yo quisiera vivir ahí y una estrategia clara para llegar al comprador adecuado.
Resultado: vendido en menos de un mes y a mejor precio que el que estaba pidiendo al principio.
¿La lección? No es el mercado. Es tu estrategia.
2. La trampa de esperar al momento perfecto
“Voy a esperar a que el mercado mejore.”
“Voy a esperar a enero.”
“Voy a esperar…”
¿Sabes lo que pasa mientras esperas? Que la competencia se mueve. Que los compradores encuentran otras opciones. Que el mercado cambia y tú te quedas fuera.
Los pisos que se venden rápido no son los que esperan el momento perfecto. Son los que aprovechan el momento que tienen delante.
3. ¿Por qué conmigo?
Porque no vendo pisos. Vendo tranquilidad y resultados.
Mi trabajo no es ponerte excusas. Mi trabajo es que vendas tu piso rápido, al mejor precio y sin que te tengas que preocupar por nada.
Desde las fotos hasta las visitas, desde la negociación hasta el papeleo. Yo me encargo. Tú solo decides qué hacer con el dinero cuando lo tengas en el bolsillo.